No quiero cambiar la historia, ya está escrita, ya pasó y de mis errores tuve que aprender.
Aprendí a valorar quien soy por lo que soy, con los pequeños y grandes detalles que definen quien soy, y ahora reconozco que no soy quien creía, que tengo muchos más defectos de los que entonces contaba, y que algunas cosas de mi son complicadas, pero que ahora que se perfectamente quien soy, me valoro y me quiero lo suficiente para no dejarme tumbar cuando se habla mal de mi.
Aprendí a valorarte, porque así como ahora reconozco mis fallas, también reconozco las tuyas desde una perspectiva distinta, donde las entiendo porque así eres tú, y eso te hace tu.
Aprendí a extrañar tus defectos, todos esos que me hacían explotar, y aprendí a separar el amor de la costumbre para darme cuenta quien eras tú y quien era yo en esa relación.
Aprendí a vivir la vida con mis alas y a volar más allá de la frontera que tu y yo conocíamos, y de lo que viví y conocí, hubo lo bueno y lo malo.
Aprendí a quedarme callada cada que algo nuevo quería compartirlo contigo, y entonces, con el paso de los meses aprendí a ser testigo de mi propia vida sin necesitarte a mi lado para que entonces el momento se sintiera escrito en la historia.
Viaje sola, viví momentos sin tener fotografías, dejé los trastes sucios por muchos días, me emborraché y no me quede callada con miedo a hablar, tuve sexo todos los días, me encerré en casa a ver tele sin sentirme culpable por no salir, salí de fiesta, viví...
Aprendí una nueva manera de vivir que había olvidado, no conocía o no quería conocer.
Y entre todo lo que aprendí, después de un año, aún no aprendo a olvidarte. Sigues en mi cabeza todos los días, y sigo creyendo que no habrá nadie en mi vida que pueda llenar el vacío que dejaste.
Seguiré intentando día a día olvidarte, pero hasta hoy, aún no lo he logrado, y me duele mucho el pecho descubrirme quién soy, querer cambiar todo eso que te molestaba y que no estés aquí.
Aprendí a valorar quien soy por lo que soy, con los pequeños y grandes detalles que definen quien soy, y ahora reconozco que no soy quien creía, que tengo muchos más defectos de los que entonces contaba, y que algunas cosas de mi son complicadas, pero que ahora que se perfectamente quien soy, me valoro y me quiero lo suficiente para no dejarme tumbar cuando se habla mal de mi.
Aprendí a valorarte, porque así como ahora reconozco mis fallas, también reconozco las tuyas desde una perspectiva distinta, donde las entiendo porque así eres tú, y eso te hace tu.
Aprendí a extrañar tus defectos, todos esos que me hacían explotar, y aprendí a separar el amor de la costumbre para darme cuenta quien eras tú y quien era yo en esa relación.
Aprendí a vivir la vida con mis alas y a volar más allá de la frontera que tu y yo conocíamos, y de lo que viví y conocí, hubo lo bueno y lo malo.
Aprendí a quedarme callada cada que algo nuevo quería compartirlo contigo, y entonces, con el paso de los meses aprendí a ser testigo de mi propia vida sin necesitarte a mi lado para que entonces el momento se sintiera escrito en la historia.
Viaje sola, viví momentos sin tener fotografías, dejé los trastes sucios por muchos días, me emborraché y no me quede callada con miedo a hablar, tuve sexo todos los días, me encerré en casa a ver tele sin sentirme culpable por no salir, salí de fiesta, viví...
Aprendí una nueva manera de vivir que había olvidado, no conocía o no quería conocer.
Y entre todo lo que aprendí, después de un año, aún no aprendo a olvidarte. Sigues en mi cabeza todos los días, y sigo creyendo que no habrá nadie en mi vida que pueda llenar el vacío que dejaste.
Seguiré intentando día a día olvidarte, pero hasta hoy, aún no lo he logrado, y me duele mucho el pecho descubrirme quién soy, querer cambiar todo eso que te molestaba y que no estés aquí.