Quiero callarme.
El silencio jamás devoró a alguien, así es que enmudesco, sonrió y te beso en el cuello.
Te muerdo para no pensar, te araño para castigarme en ti, ahogo mis gritos en tus piernas, y dejo fluir la pasión que aprisiona la razón.
Porque nada es racional, pero tampoco algo solo carnal.
La batalla de las dos siempre existirá.
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